de los sueños hay que hacerse cargo.
Como trenes que pasan en la noche
-lejanos, fugaces, incendiados-
así son los sueños:
algo que se espera y se espera
y cuando, al fin, llegan
no hay apeadero
desde donde subirse a ellos,
y pasan -fugaces, incendiados-
como cometas
sin asidero, luminosos, ciegos.
Eso es vivir: tejer la nada
del pasado con la nada del futuro
con la lanzadera de los sueños.
(pero el tren siempre
encuentra andén
donde parar).
encuentra andén
donde parar).
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