martes, 16 de octubre de 2007

que mata de desvelo.

allí quedaba la luminosa, compadre,
y yo en sus ojos, temblando entero.
allí reía su boca mansa y yo muriendo.
y yo en sus labios, puro silencio, cumpay.
aquellos ojos iluminaban mi pecho abierto.

allí aleteaba la luminosa compadre y yo queriendo.
cuando sus ojos no me miraban, no había cielo.
yo me apagaba de sufrimiento.
allí sus labios si me nombraban me daban medio.

compadre, acuda con su canto.
le ruego apague la luz de este recuerdo
que no me deja, que sin descanso,
compadre, alumbra tanto,
que mata de desvelo.

2 comentarios:

Mirta dijo...

abrazoooooo!!!!!!!!!!!!!

Anónimo dijo...

¡Qué temazo!

Saludos