miércoles, 23 de abril de 2008

Kamila recorría con la boca húmeda todo su cuerpo y él sabía que quería torturarlo, y torturarse a sí misma, y la odiaba. La odiaba con toda la dimensión de su amor: había sido ella misma, con sus celos, con su manía de espiarlo, con su desconfianza, había sido ella misma, con su visita de hoy, la que había hecho que todo se perdiera, que su matrimonio estuviera minado por una carga situada en un vientre ajeno, una carga que explotaría dentro de siete meses y lo barrería todo. Había sido ella misma la que, con su miedo despavorido a perder el amor de él, lo había destruido todo.
Ella apoyó la boca contra su pubis y él sintió que su miembro se encogía bajo sus roces, que escapaba de ella, que era cada vez más pequeño y estaba cada vez más angustiado. Y sabía que Kamila veía en la falta de apetito de su cuerpo la dimensión de su amor por otra mujer. Sabía que estaba sufriendo terriblemente y que, cuanto más sufriera ella, más lo haría sufrir a él y más acariciarían los labios húmedos de ella su cuerpo inerme.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola!me podrìas decir de que libro es este fragmento? mil gracias!