domingo, 11 de mayo de 2008

empecemos por el principio.
hace un poco más de veintiún años, la que llegara a ser mi madre, tenía un dispositivo intrauterino colocado en su vientre. con esto, creo no es necesario aclarar, tener un hijo con la que fuese entonces su pareja no estaba en los planes ni de cerca. las intenciones de él, como es costumbre, me son más difíciles de dilucidar, aunque creo con casi total certeza, que lo único que le preocupaba en ese momento, era su revolución.
ellos ya no se querían. nunca ninguno de los dos va a admitir(me, al menos) esto, pero sé que es así. no sé si alguna vez lo hicieron, no creo que sea relevante tampoco. pero en ese momento, en el momento en que vaya a saber uno por qué razones, pese a la negativa (representada concretamente por el diu) fui fecundada, lo que había entre ellos distaba mucho de ser amor.
también desconozco cuáles fueron las razones que hicieron que todo esto siguiera adelante, pero creo que mis teorías acerca de ello, son más que cercanas a la realidad. como dije antes, mi padre quería la revolución, su revolución. poco le importaba tener un hijo, o dos. es más, hasta podía llegar a pensar que si nos educaba correctamente, tenía amplias posibilidades de estar criando a un nuevo cabecilla revolucionario. mi madre, por su parte, no se cansa de repetirlo: su sueño de la niñez siempre fue tener cinco hijos. y todos sabemos cómo son los sueños de la niñez. por más que nos arruinen la vida, por más que no sepamos para que cuernos lo estamos haciendo, existe algo interno que no va a dejar pasar así de fácil la oportunidad de cumplirlo.

continuará.

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