sábado, 12 de abril de 2008

Mi Sutra de la quincena. Primer Entrega.

El camino de la luminosidad.


La existencia es tristeza.
Compréndelo, y ve más allá de la aflicción.
Ese es el camino de la luminosidad.



La tristeza surge del apego a las cosas efímeras que no puedes hacer duraderas. Ella no está en la naturaleza de las cosas. Está en contra de la ley universal. En contra del dhamma, en contra del Tao. No puedes vencer. Si luchas contra la ley universal, estás lidiando una batalla perdida; sencillamente estarás desperdiciando tus energías. Sucederá lo que tenga que suceder; no se puede hacer nada.
Lo único que puedes hacer es relativo a tu consciencia. Puedes cambiar tu visión. Puedes ver las cosas con una luz diferente, en un contexto distinto, en un nuevo espacio, pero no puedes cambiar las cosas. Si piensas que el mundo es muy auténtico, sufrirá; si ves el mundo como un sueño extraño, no sufrirás. Si piensas desde el punto de vista de entidades estáticas, sufrirás. Si piensas en función de los nombres, sufrirás. Pero si piensas en función de los verbos, no sufrirás.
Los nombres no existen. Únicamente existen en el lenguaje; en la realidad no son nombres. Todo es un verbo, porque todo es cambiante y es un proceso. Nunca es estático, siempre es dinámico.
Lo segundo que Buda dice es : "La existencia es tristeza". Ser es tristeza. El ego es aflicción. Primero dice: Mira al mundo como un sueño, fluctuante, cambiante, nuevo en cada momento. Disfrútalo, goza de su novedad, deléitate con odas las sorpresas que ofrece.
Es maravilloso que sea cambiante, no hay nada de malo en ello; únicamente no te aferres a ello.
¿Por qué te apegas? Porque sostienes otra falacia. Que tú eres.
La primera falacia es que las cosas son estáticas, y la segunda es que tú eres, que tienes un ego estático. Ambos van juntos. Si quieres agarrarte, necesitas un agarre; si no tienes necesidad de agarrarte, no hay ninguna necesidad de tener una sujeción. Profundiza en ello: Si no necesitas aferrarte, en absoluto necesitas el ego, no tendrá sentido. De hecho, el ego no puede existir sin apegos.
El bailarín únicamente puede existir si danza. Si la danza desaparece, ¿dónde queda el bailarín? El cantante solamente existe en el canto. El caminante en el camino. Y así es con el ego: solamente existe en el apego, en poseer cosas, en dominar las cosas. Cuando no hay dominación, ningún deseo de dominar, ningún deseo de aferrarse, ningún deseo de poseer, el ego comienza a evaporarse. Exteriormente empiezas a aferrarte, pero interiormente surge una nueva claridad. El ego desaparece con todo su humo y todas sus nubes. No puede existir porque ya no puede alimentarse más. Para que exista tiene que aferrarse. Tiene que crear el "mí" y el "mío", y así sigue creando los "mis" y los "míos" de todas las formas posibles e imposibles.
El "yo" existe solamente como una isla en el océano del "mí" y el "mío". Si dejas de reclamar las cosas como "mí" y "mía", el ego desaparecerá por sí solo.
No son tuyos ni tu esposa, ni tu marido, ni tus hijos. Todo pertenece al Todo. Tu reclamación es estúpida. Llegamos al mundo con las manos vacías y nos vamos de él con las manos vacías. Pero nadie quiere saber la verdad; hiere. Con las manos vacías llegamos y con las manos vacías nos marchamos. Uno se pone a temblar, siente pánico. Uno quiere estar lleno, no vacío. Es mejor estar lleno de cualquier cosa -de cualquier basura- que estar vacío. El vacío se asemeja a la muerte, y no queremos la verdad. Ponemos todos nuestros esfuerzos en vivir en la conveniencia, aunque esté basada en ilusiones.
"¡Exijo una explicación y quiero la verdad!"- gritó furioso el marido al descubrir a su mujer en la cama con su mejor amigo.
"Decídete, George"- respondió calmadamente ella. "Las dos cosas no pueden ser".
O bien puede darte una explicación o la verdad. Pero la gente está más interesada en la explicación que en la verdad, por eso existen tantas filosofías. Todo son explicaciones para justificar las cosas, no para darte la verdad; explicaciones para crear mucho humo y que no necesites ver la verdad. Pero Buda insiste en que la veas, porque si no la ves, no puedes superar el desconsuelo.

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