miércoles, 21 de mayo de 2008

yo te comprendo, yo estoy igual. (para qué, si total).

La sustitución, que a veces se da del amor al objeto por una identificación, es un importante mecanismo de las afecciones narcisistas. Durante el proceso se reactiva la posición depresiva temprana junto con las ansiedades, culpa, sentimiento de pérdida, dolor, derivados de la situación frente al pecho y la situación edípica. Se reavivan sentimientos de persecución temprana de ser atacados por el sujeto. Esto se da cuando los sujetos en su temprana infancia no han podido establecer objetos internos buenos que promuevan seguridad con su mundo interno.
En el proceso de duelo normal, se retira la energía del objeto amado perdido, luego se desliza a otro objeto.
En el proceso patológico, la líbido permanece orientada hacia el Yo donde se produce la identificación con el objeto. Es la identificación con el muerto, la sombra del objeto que cae sobre el yo. Es lo que se convierte en un dolor profundo, insuperable y causante de desesperación.
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Las frustraciones que implican la pérdida de alguien amado no son sólo afectivas sino también en el campo del pensamiento y la acción.
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Uno de los sentimientos característicos durante el proceso de duelo es el de la soledad. Es uno de los más importantes por su intensidad y persistencia.
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Si bien las amistades desarrollan un papel fundamental en estos períodos, no alcanza para aliviar la soledad. Este autor define "la soledad emocional como aquella que sólo puede aliviarse participando de una relación de mutuo compromiso, sin la cual no se logra un sentimiento de seguridad".
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Una vez que se comprende la naturaleza de la soledad emocional se entiende que la soledad no desaparece con el tiempo, se alivia.
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Los sentimientos predominantes en estos cuadros son el fracaso y la depresión. El suicida está condicionado por los estados de ánimo depresivo, es un deprimido, está mal con él, con el mundo y no siente posibilidad de alguna de cambio. Como dice Cárcamo: "el suicidio suele ser el epílogo trágico de una existencia abrumada por la suma de fracasos, esfuerzos fallidos y desilusiones."
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El dolor es una experiencia de alta resonancia tanto física como emocional que sugiere una lesión orgánica y/o enfermedad y promueve consultas al médico. Si fuera muy intenso o agudo, podría promover ideación suicida, y el alivio del dolor provoca la desaparición de estas ideas.
El dolor de por sí genera miedo, ansiedad de muerte, angustia, irritabilidad y despierta dependencia y demanda hacia afectos, pastillas, mucho más que antes.
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Desde el punto de vista psicoanalítico, se entiende primero como una representación generada a partir de una necesidad que al ser satisfecha, se guarda una representación en el lugar investido; de ser lo contrario, genera una sensación de displacer. Es un esbozo de dolor psíquico, que atrae otras representaciones para formar las primeras estructuras del pensamiento. Existe, por lo tanto un dolor estructurante con carga de investidura afectiva.
En caso contrario, el dolor desestructurante es el que rebalza los límites de lo tolerable y amenaza con la continuidad del self. Casi siempre está ligado a lo tanático y promueve desinvestiduras psíquicas, resultado de un monto de excitaciones -externas o internas-, que el aparato psiquíco no puede procesar. Los diversos modos de vivencias y formas de afrontar el dolor se irán vivenciando y modificando con el paso del tiempo y lo que acontezca.

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