martes, 24 de marzo de 2009

nunca más.

Una canción que siempre me suena en la cabeza, que habla sobre la dictadura, ("estaban dando la telenovela, por eso nadie miró pa´ fuera"), no puedo evitar asociarla con las veces que vi chicos en la calle, limpiando vidrios, pidiendo monedas, drogándose, trabajando de cartoneros, y la gente pasándole por al lado como si eso fuese lo que tiene que pasar, porque al fin y al cabo, algo habrán hecho: tienen padres vagos, que no los cuidan, que no buscan trabajo, son drogadictos, ladrones, o se escapan de la escuela. Cuando veo que un nene adentro de un hospital está por semanas sin que se lo bañe, sin que se lo cure, sin siquiera que se lo mire: ese chico entró ahí no por estar enfermo, sino por fumar paco, así que no merece la atención de nadie. Cuando funcionan comedores manejados por gente que dice "es putísimo dejarse abrazar por los chicos, pero bueno, alguien tiene que hacerlo". Cuando nos da miedo salir a la calle porque no sabemos si por robarnos la bici o el celular nos van a terminar pegando un tiro.
Cuando a nosotros nos cuentan lo que pasó, lo primero que nos hace ruido es cómo existía todo esto, cómo es que un centro clandestino funciona al lado de tu casa y vos no te enterabas, cómo es que si todo te pasaba por adelante de las narices, nadie hacia nada. En esa época perseguían a la gente que pensaba diferente porque era un peligro para la estabilidad del Estado. Asegurarse de que millones de argentinos no puedan comer, no puedan ir al colegio, no puedan pensar, ¿no es una solución diferente para el mismo problema?, ¿no es parecido perseguirlos y torturarlos, que desnutrirlos y sacarles toda posibilidad de desarrollarse como individuos?
Y me parece un poco ingenuo de nuestra parte no entender cómo es que todo eso pasaba sin pena ni gloria por adelante de muchos argentinos. Las cosas que pasan hoy no están lejos de lo que pasó en ese momento. Hay miles de personas que mueren de enfermedades, de hambre, y de soledad. Miles de personas que son presa del gatillo fácil, de una pelea en la villa, de un hijo de puta que no entiende que por ir a toda velocidad y llevarse puesto a una chica no es ni mejor, ni más importante. Hay miles de personas que acá no pudieron vivir y se fueron, como en su momento, a tratar de sobrevivir donde pudieron.
La gente que vivió en esa época y está cerca mío no me habla mucho de eso. Algunos no me hablan porque durante esa época vivieron en una burbuja, y aunque nos cueste horrores creerlo, ni se enteró de lo que pasaba. Otros no me hablan, creo yo, porque todo lo que pasó los toca tan pero tan de cerca, que no es el miedo lo que los calla, es el dolor. Sin embargo, creo saber un poco por qué razón la gente que luchaba en esa época levantaban su bandera, su arma, o su palabra. No era en contra de los militares. No era en contra de la picana, no era contra las desapariciones ni contra la dictadura. Era en contra de un modelo político, económico, social, cultural, que se encargaba de hacer que cada vez sean menos los que tiene más, y más los que tienen menos. Un modelo que hoy se sigue llevando adelante, por más de que los que gobiernan los hayamos elegido nosotros. Por eso me parece deshonrar su memoria, su vida, deshonrar su lucha que todo se termine en juicio y castigo a los culpables.

Mi nunca más es un nunca más a la desaparición, a la tortura. Pero mi nunca más es un nunca más a dejar que la gente se nos muera en las narices, un nunca más a la desigualdad, a la falta de oportunidad de desarrollarse como persona y como sujeto pensante.

La memoria se construye todos los días y en todos lados para transformar el presente. En la esquina de casa, en el hospital, en la villa, adentro de un teatro y en las plazas. La construímos los médicos, los payasos, los músicos, los actores, los taxistas y los jardineros. Cuando organizamos una olla popular, cuando nos tomamos el colectivo para ir a trabajar, o en el café con los amigos. La memoria está viva y nos habla para que la escuchemos. Para que la honremos y aprendamos de ella. La memoria existe para caminar hacia el futuro.


Mi nunca más tiene una nariz roja, mi nunca más se hace en un escenario, adentro de una canción, mi nunca más es un juego. Ésas son las armas que elegí para mi lucha.

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